Cuando se va a elegir a un Papa en la Santa Sede, la gente mira expectante la chimenea del sitio donde se realiza el cónclave de los Cardenales. El humo negro indica que todavía no se llega a una decisión, la cual puede tardar semanas, ya que tampoco hay un término establecido. Una vez que los purpurados logran el acuerdo es humo blanco el que sale por la boca del fogón y el decano del consejo cardenalicio anuncia: “Habemus Papa”.

Pues ahora es en las oficinas de la Federación Mexicana de Futbol de donde sale la alba humareda cuando todo parece indicar que ya hay entrenador de la Selección Nacional.

Si todo queda como parece, será Diego Cocca el estratega que dirija los destinos del cuadro tricolor de aquí hasta el Mundial de 2026.

El argentino surgió de las filas de River Plate y en México defendió las playeras del Atlas y un par de breves pasos por Veracruz y Querétaro.

Como técnico logró resucitar a los rojinegros logrando el ansiado título tras 70 años de ayuno y repitiendo la dosis para obtener el bicampeonato.

Hace apenas unas semanas Cocca firmó un contrato con Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León para convertirse, según trascendió, en el entrenador más caro de la Liga. Ahora los felinos dan por terminada la relación laboral toda vez que Diego decidió ser el mandamás técnico del cuadro tricolor.

Una vez más, el desaseo en las formas, la aparente improvisación, la percepción que hay una mano que mece la cuna y una premura que no debería existir pues los próximos compromisos son ante las “potencias” de Surinam y Jamaica.

No tengo argumentos para criticar el nombramiento de Diego Cocca. Pienso que es un buen entrenador, que sabe sacar lo mejor a su plantel y cuya valía no se debe poner en duda.

El tema si pudo o debió ser otro entrenador o si por fuerza el elegido tuvo que ser un mexicano me parece una discusión estéril.

Si hay un grupo directivo que se beneficia con el nombramiento, será momento para que, con pruebas e investigaciones serias, los medios lo denuncien.

Si hay una fractura en la relación entre los dueños del balón, no sería novedoso en nuestro balompié, en fin, nada nuevo bajo el sol o algo por qué rasgarse las vestiduras.

Cocca tiene la enorme ventaja de no tener que jugar eliminatoria pero los resultados se le van a exigir desde el primer día.

También habrá que esperar la conformación de su cuerpo técnico y, con ello, afirmar o no su independencia.

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