En la CDMX el programa de vacunación contra el Covid-19 ha sido un éxito. De ello pueden estar legítimamente orgullosos el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell y la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo. En Morelos sucede todo lo contrario. Respectivamente coordinador del programa de vacunación anti covid y delegado de los Programas del Bienestar, José Miguel Ángel Van Dick Puga y Raúl Anaya Rojas han resultado un fiasco; se les ha hecho bolas el engrudo, les ha sucedido varias veces y les volvió a pasar el viernes. ¿Sabe el presidente Andrés Manuel López Obrador que en Morelos Van Dick y Puga están haciendo quedar mal a la 4-T? Quizás, pero para su buena suerte se nota que AMLO no se ocupa de funcionarios menores, aunque sus errores son mayores…
RAFAEL Reyes Reyes y Juan Ángel Flores Bustamante, de Morena, y José Luis Urióstegui, del PAN-PSD, ganaron las elecciones municipales de Jiutepec, Jojutla y Cuernavaca, fácilmente, como cortando flores, por amplias diferencias. ¿Y ahora? Urióstegui subraya dos prioridades: falta de agua y seguridad pública, asegura que busca alternativas de solución y a los ansiosos de que les dé “chamba” les aconseja que no se aceleren, que es muy pronto para hablar de la conformación de su gobierno. Algo así. Y como son tiempos para el oportunismo, el presidente de Canacope-Cuernavaca, José Salgado Patiño, sale con la “novedad” de que concentrar el comercio ambulante en la Plaza Lido, la calle Degollado y el Puente del Dragón fue una “estrategia equivocada”. Patiño no sabe lo que dice, refiere sucesos “novedosos” de hace más de tres décadas atrás. La historia viene desde mediados de los ochenta. Les decían “los fayuqueros”, vendían chácharas de manufactura nacional y artículos de contrabando, estaban en Guerrero y Tepetates, y con el tiempo se volvieron tantos que debieron sacarlos de la calle y meterlos en el Pasaje Degollado que fue bautizado como “Mercado de la Fayuca”. Pero el monstruo del desempleo siguió vomitando mercaderes, así que a fines de los noventa el alcalde Sergio Estrada Cajigal edificó el Pasaje Lido para meter a los vendedores callejeros que se habían apoderado del centro histórico…
Fenómeno social de múltiples aristas, el ambulantaje no ha escapado de la violencia. La tarde-noche del lunes 8 de mayo de 2019 transcurre de manera normal, rutinaria. De pronto, ¡pack, pack, pack! El ruido de balazos se mezcla con los gritos de los comerciantes que ofrecen sus mercancías, el ronroneo del tráfico vehicular y las voces que suben el volumen para dejarse oír. La gente se agolpa en la esquina de Guerrero y Tepetates. Observa a un hombre tirado boca abajo. Está muerto. Los curiosos conversan, dicen que uno de dos sujetos disparó y huyeron. A las nueve menos diez, personal del Servicio Médico Forense realiza el levantamiento del cadáver de un joven que más tarde será identificado como Jonathan “N” y mencionado como hermano de un líder de vendedores. Al día siguiente, el típico funcionario que gusta de declarar de todo y para todo especula con que los agresores son colombianos, e insinúa la extorsión por el cobro de piso. Diez meses atrás, el 8 de mayo de 2019 el centro de Cuernavaca es sacudido por el asesinato del empresario Jesús García Rodríguez y el dirigente de comerciantes ambulantes, Roberto Castrejón.
Ultimados a tiros en el costado sur del Palacio de Gobierno, el autor material es detenido tras una corretiza que acaba en la Plazuela del Zacate... Sólo pasan cuatro meses cuando el 10 de septiembre son ejecutados dos comerciantes en la sección de comida del Pasaje Lido, a dos cuadras del Palacio de Gobierno. La nota roja describe a tres hombres armados, al parecer colombianos, altos y tatuados que irrumpieron en la sección de comida, dispararon y huyeron. Desde entonces y antes, la violencia desvela a la gente mientras el gobierno del estado duerme… (Me leen después).
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Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com