Anunciada para el viernes pasado la reapertura del Paseo Ribereño que lleva el nombre de su creador, Alfonso Sandoval Camuñas, es algo de lo mucho de Cuernavaca que incluye la ignorancia de quien “supervisó” los trabajos de rehabilitación. Desconoce que “Poncho” es históricamente considerado el alcalde de Cuernavaca más popular de Cuernavaca. Ubicada la puerta del acceso al andador sobre la “pared” de la barranca, al lado de la entrada de la que fuera la vecindad de La Coronela o Los Lavaderos, la historia viene a cuento: Los enterados del pasado de la capital morelense saben que la vecindad La Coronela fue construida por doña Rosa Bobadilla, guerrillera zapatista nacida en 1889 en Coatepec de las Bateas, estado de México. Casada en plena juventud, sufrió injusta persecución por las autoridades del distrito de Tenango. El coraje por la injusticia de que había sido víctima la unió al sentimiento de los campesinos e indios de los municipios ubicados al sur del Valle de Toluca. Poco después se unió a las fuerzas de Emiliano Zapata, ganándose el grado de coronela en la Brigada de Francisco Pacheco. Hacia 1918, cuando Cuernavaca volvía gradualmente a repoblarse, Rosa Bobadilla pidió autorización a Zapata para construir cuartos donde vivieran las mujeres viudas, en el terreno cercano a los arcos de los lavaderos. Es decir, una vecindad para mujeres de “la bola” revolucionaria. El permiso fue concedido y La Coronela movió todos sus contactos para construir las viviendas. Con los años, la vecindad ganó fama como asiento de las clases populares: vendedores ambulantes, carpinteros, fontaneros, yeseros, empleados menores del Gobierno Estatal y del Ayuntamiento, entre una nutrida variedad de ayudantes y oficiales de esos oficios que ocuparon los “cuartos redondos” de la vecindad. También icónica del antiguo Cuernavaca, la Vecindad del Pájaro se edificó para mujeres y viudas de los “guachos” o “pelones”, es decir, los soldados de la tropa federal. En el cruce de Morelos y Degollado, en la contra esquina del edificio Latinoamericano había un gran predio habilitado como corral para los caballos de la tropa, cuyo cuartel estaba en la siguiente esquina de Morelos y Arista. Cuesta abajo de Degollado y hacia Obregón llegaron para asentarse las “guachas”, mujeres de la soldadesca federal. Al contrario de la bien construida vecindad de La Coronela, la Del Pájaro surgió improvisada con materiales de desecho, y luego algunos cuartos construidos más o menos apegados a cierto decoro. El carácter de las “guachas”, forjado en el andar atrás de sus hombres, metidas prácticamente en el fuego cruzado y con los críos a cuestas, más la obligada necesidad de encontrar alimentos para su “guacho” y los hijos, las forjó “entronas”, habladoras y peleoneras. Hechas para el trabajo rudo, no se andaban con sutilezas. De ahí la fama bravucona y pendenciera de los habitantes de El Pájaro, nombre sobre el cual los cronistas no se ponen de acuerdo respecto a su origen… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán jmperezduran@hotmail.com 

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