Pregunta el ignorante que irrumpe en la política y, lego en la ciencia de la política, sigue sin saberlo: ¿qué es la revocación del mandato, para qué sirve, con qué se come “eso” de la democacia? Que el estudio no se le dé al personaje de este comentario no tiene qué ver con que apenas tenga la primaria pelona… y a lo mejor ni eso. Tampoco, que la repetición del “pronombre demostrativo” no implica forzosamente la condición de iletrado pero sí de ignorante, pues personas hay que, sin haber podido o querido ir a la escuela, poseen la sabiduría de la vida y conocimientos de cultura elemental gracias a lecturas adecuadas. O a lo mejor pasa que comprenden el concepto pero su situación personal no les permite entenderlo. Lisa y llanamente, esto quiere decir que cuando un hombre o mujer esté gobernando mal los mismos ciudadanos que lo llevaron al poder pueden quitárselo antes de que se cumpla el plazo para el que fue electo y no deber seguirlo soportando, o ratificarlo hasta el final de su período electoral si gobernando correctamente se encuentra. Recurrente el tema en el debate político así como en medios de información y legítimo el derecho ciudadano de poder arrepentirse, la revocación del mandato será una realidad en el caso del presidente de la República y, por imitación de algunos y convicción de otros diputados locales, también aplicará para el gobernador. De cara a la discusión en el Senado de la República es que el Congreso Estatal protagoniza los primeros escarceos. Presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales y Legislación, uno, Javier García Chávez señala la obviedad de que el Legislativo local debe esperar a que el Senado desahogue la reforma en materia de participación ciudadana y cree la figura de revocación de mandato en la Constitución federal para que la puedan incluir los estados. Y dos: la morenista Ariadna Barrera Vázquez va más allá, dando por hecho un acuerdo entre los legisladores dispuestos a someterse a la evaluación de la ciudadanía, o sea, la revocación a diputados. Así que pregunta al columnista uno de “esos” funcionarios foráneos: ¿en Morelos ha habido más de un gobernador en un sexenio? La respuesta es sí, en 1994-200, electo gobernador Jorge Carrillo Olea quien, caído en 1998 por el empujón del entonces presidente Ernesto Zedillo, fue sustituido por Jorge Morales Barud y éste dos años después por Jorge García Rubí durante un mes y pico para que concluyera el lapso de seis. Por causas distintas, desde entonces el grillerío de la “polaka” volvió costumbre la especulación de que “el gobernador no terminará su período”. Veintiún años más tarde, esta vez no es la excepción… TARDE del jueves pasado. Dos malandros asaltan a un pasajero a bordo de un autobús de la Ruta 20 en el poblado de Tezoyuca. Le disparan, pudo morir pero providencialmente la bala le da en el hombro izquierdo. Consumado el atraco, la nota roja añade lo consabido: que huyeron. La impunidad, el asalto nuestro de cada día, nada de qué extrañarse.  Hombres o mujeres, lo mismo da, muy pocos han tenido la buena suerte de no ser asaltados. Son tantos y los policías tan pocos, que muy raras veces son atrapados, y más tardan en entrar a la cárcel que en salir para volver a las andadas. Los pasajeros se han vuelto precavidos, antes de abordar las unidades se encomiendan a Dios, los varones ocultan billetes y teléfonos móviles en los calcetines, las féminas en los corpiños y se dejan unas monedas en las carteras y bolsos. Ya se la saben: muchos han sido víctimas de más de un asalto en un estado de indefensión en el que necesariamente deben transportarse al trabajo, la casa, las escuelas… y protegerse como puedan. Las cajeras (os) no se dan abasto, apenas acaban de atender uno y ya se acerca otro cliente. Entregan sumas grandes de efectivo delante de todos, de modo que muchos lo ven. En las áreas de espera hay señoras y señores, jóvenes y viejos, empleados y dueños de negocios, clientes habituales que saludan por sus nombres al personal. Desprevenido, el objetivo es interceptado cerca del banco, si caminando se dirige a abordar su automóvil, o seguido cuando ya conduce y lo sorprenden cuadras adelante. La víctima rara vez se resiste, paralizado de miedo por las armas y las órdenes con palabras groseras de los delincuentes que le arrebatan el dinero, huyen en un vehículo usualmente con reporte de robo. Lo de siempre, pues, incluida la incapacidad de la Secretaría de Seguridad Pública para idear y  realizar operativos permanentes contra asaltos en camiones de pasajeros como si los hay en otras entidades… (Me leen mañana).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp