El del domingo en CDMX fue de un “grito” de independencia histórico por distinto, “tomada” la Plaza de la Constitución por una multitud de mexicanos visiblemente eufóricos, contentos y felices que hicieron eco a los diez ¡vivas! gritados por el presidente Andrés Manuel López Obrador en una noche capitalina de cosas buenas y ni una mala, como hubiera deseado el antilopezobradorismo de la derecha. Histórica por el grito independentista en sí y las exclamaciones espontáneas de la muchedumbre entusiasta que retumbaron en la gran explanada: ¡pre-si-den-te!. ¡pre-si-den-te! Y en las redes sociales, los memes hilarantes que volvieron a dar cuenta de la impopularidad indudable de los ex presidentes panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, ridicularizados, repudiados, literalmente vomitados pues se lo han ganado, y ‘ora sí que más bonitos los priistas Enrique Peña Nieto, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo que aunque han estado calladitos, de todos modos debieron zumbarles las orejas. Una noche, pues, de paz y armonía en el contraste de localidades donde no hubo “gritos” por el 210 aniversario del inicio de la independencia de México, como en Tecaltepec, Michoacán, cuyas autoridades suspendieron las fiestas patrias ante el temor de otro ataque armado por parte del Cártel Jalisco Nueva Generación. Lo que a los purépechas ha hecho recordar la noche del 15 de septiembre de 2008, hechas estallar por manos criminales en el centro de Morelia dos granadas de fragmentación que mataron a unas siete personas e hirieron a más de cien que se encontraban en la plaza Melchor Ocampo, casi enfrente del Palacio de Gobierno y un costado de la Iglesia de la Merced. Odiosa por desafortunada para la entidad michoacana la comparación, no como en Morelos y particularmente en Jiutepec, donde el alcalde Rafael Reyes Reyes encabezó anteayer no una fiesta por el “grito” sino hasta tres, en el corazón de la cabecera municipal, Tejalpa y Civac. Y también ocasión para las anécdotas, como éstas que de una manera u otra vienen a cuento: Pintoresco ya era, pero Rafael Vargas Zavala se volvió medio famoso el uno de octubre de 2003 cuando se cruzó el pecho con la banda presidencial para la ceremonia de su toma de posesión como presidente municipal constitucional de Huitzilac. Ignorante del protocolo, debió considerar: “si presidente soy, me tercio la banda”. Pasado el evento, alguien del pueblo le preguntó: “¿por qué te la pusiste?”. Y contestó, lacónico: “¡por qué chingaos no!”. Cosa que meses más tarde confirmaría al columnista. Café de por medio en Los Acos del desaparecido don Moisés Goldzweig, hacía pocos días que había rendido su primer informe. Detalló que la mandó a hacer en la Ciudad de México e, incluidos el bordado del águila y los bordes dorados, le costó tres mil quinientos pesos. Alardeó: “me la iba a poner para el informe, pero (los panistas) la hacen mucho de pedo...”. (Panista era el en ese momento gobernador Sergio Estrada Cajigal)… Por allá de mediados de los setenta, hubo otro alcalde que se puso la banda presidencial para rendir uno de sus informes, lo que a lo mucho le costó una “mordida” de algún inspector de la Dirección de Investigaciones Políticas de la Secretaría de Gobernación que entonces eran “el coco” de los ediles pueblerinos. Y de la misma época, una más en la zona sur que recién conté: Era la tarde del 15 de septiembre y el alcalde temía dar el “grito” de independencia porque estaba seguro de que sus enemigos lo abuchearían y le harían algo más que gritarle palabras altisonantes, así que a la hora de la comida buscó el consejo de su mamá. Contaban en aquella la comunidad campesina que le dijo: “Estos cabrones no sólo son capaces de rementarme la madre, también de aventarme pedradas. Los del pueblo se van a reír de mi”. Temblaba de miedo, coraje y angustia, de modo que viéndolo en semejante estado la inocente señora le recomendó: “Ay, m’ijo, pues no dés el ‘grito’ hoy; dalo otro día cuando esos cabrones no estén en el pueblo”... O ésta que acabo de narrar: Prohibida hasta hoy en Cuernavaca la venta de elotes durante las noches del “grito”, eso fue hace quién sabe cuántos años cuando la muchedumbre de abajo lanzó una lluvia de elotazos a los de políticos de arriba que estaban en el balcón central del Palacio de Gobierno. El incidente quedó para el chistorete sobre el alcalde de voz afeminada que leía el acta de Independencia y al que entre la muchedumbre alguien le gritó fuerte y claro: “¡habla como hombre, cabrón!”… y las carcajadas se oyeron hasta el Palacio de Cortés… (Me leen mañana).

 

José Manuel Pérez Durán
jmperezduran@hotmail.com 

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