El acalde de Jiutepec, Rafael Reyes Reyes, resume: ni el Mando Coordinado ni la presencia de la Guardia Nacional han diezmado los embates de la inseguridad. Urge: “Se necesitan más patrullajes”. Señala como “focos rojos” –porque es ahí donde se concentra la mayoría de los delitos del fuero común– las colonias Tejalpa, Otilio Montaño y Morelos así como la Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca (Civac). Habla de “la sensación de “miedo” que tienen los habitantes, y externa la zozobra en la que evidentemente se hallan todos los alcaldes de Morelos: “Yo estoy muy preocupado. Desde principios de año, he solicitado a todas las instancias y a todas las corporaciones que se incorporen a Jiutepec; que nos ayuden; que haya un mayor patrullaje”… Es que el quíntuple homicidio de la madrugada del lunes en la terminal de los autobuses Estrella de Oro volvió a poner al estado de Morelos en el mapa nacional de la violencia. Y nuevamente lo colocó en la vorágine mediática a la que históricamente nuestra entidad no ha sido ajena. Aquí dos tatuajes: Los morelenses que frisan los veinte años estaban naciendo hacia el final del cuatrienio del secuestro, 1994-98. Bandas del crimen organizado privaban de la libertad principalmente a empresarios, sobre todo en Cuernavaca y destacadamente en Cuautla, pero también en otros municipios como Yautepec. En la cada vez menos llamada Ciudad de los Balnearios, la empresaria Carmen Genis, que tenía una agencia de viajes, se convirtió en la activista social que documentó docenas de casos de cuautlenses plagiados, la mayoría comerciantes. Rota la “regla” de que un secuestrado no volvería a serlo, hubo familias que sufrieron más de uno. Morelos fue marcado con el estigma del secuestro, personas pudientes se fueron a vivir a entidades consideradas seguras, los secuestradores inhibieron las inversiones locales, ahuyentaron la llegada de capitales foráneos. El antes y el después de aquella época aciaga lo marcó una noticia que hasta la fecha muchos morelenses no olvidan: El mediodía del 28 de enero de 1998, Armando Martínez Salgado, el coordinador operativo de la Policía Judicial, fue asegurado por oficiales de la Policía Federal de Caminos en la autopista Cuernavaca-Iguala, cerca del poblado El Platanillo. Acompañado de tres agentes a sus órdenes, oculto en el reducido espacio entre la parte trasera del asiento y la lámina de la caseta llevaban el cadáver de un secuestrador llamado Jorge Nava Avilés y apodado “La Mole”. El cuerpo mostraba huellas de tortura, y los judiciales habían parado ahí para darle el clásico “carreterazo”. La Procuraduría General de la República los acusó de estar coludidos con bandas de secuestradores, así que fueron recluidos en el penal federal de máxima seguridad de Almoloya. Renunciaron el procurador de justicia, Carlos Peredo Merlo, y el director de la PJ, Jesús Miyazawa Álvarez. Tres meses después, cayó de la gubernatura el priista Jorge Carrillo Olea… En agosto de 2015, falleció el ex coordinador de la Policía Ministerial de Morelos, José Agustín Montiel López. Se dijo que hacía una década que padecía cáncer. El ex colaborador del gobierno del ex gobernador Sergio Estrada Cajigal Ramírez murió a los 78 años en el estado de Hidalgo, donde cumplía sentencia domiciliaria desde el 20 de julio de 2013 que salió del penal del Altiplano. Había estado ocho años en la cárcel, luego de que en abril del 2004 fuera detenido junto con su director operativo, Raúl Cortés Galindo, “El Mico”, al acudir a una cita en la Procuraduría General de la República (PGR). El ex jefe policiaco y su director operativo fueron acusados de brindar protección a Juan José Esparragoza, “El Azul”, uno de los líderes del cártel de Sinaloa, así como de custodiar cargamentos de droga que llegaban al aeropuerto Mariano Matamoros.

Debido a ello, el 15 de agosto del 2008, Agustín Montiel fue sentenciado a 33 años de prisión y una multa de 603 días de salario mínimo, por los delitos de delincuencia organizada y contra la salud en la modalidad de colaborar al fomento para comercio y transporte de cocaína.

Mientras que “El Mico” recibió una condena de 23 años de cárcel y una multa de 353 días de salario mínimo. A pesar de la sentencia de 33 años de prisión que recibió, de la cual sólo cumplió ocho, José Agustín Montiel salió libre el 20 de julio del 2013 por su avanzada edad, condicionado a estar en sus domicilios… (Me leen mañana).

 

José Manuel Pérez Durán
jmperezduran@hotmail.com

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