En términos prácticos, más efectivos que las legislaciones sobre las rodillas han sido los cierres de antros irregulares por parte del alcalde Antonio Villalobos Adán. Ampliada ahora mismo la profilaxis a la Plazuela del Zacate, ahí no habrá cantinas disfrazadas de restaurantes. Con otra: la buena es que por un añadido al Código Penal en Morelos –que entró en vigor el 13 de este mes– ya es delito vender bebidas alcohólicas sin permiso de los ayuntamientos.

Y la mala, que las personas que sean detenidas, procesadas y sentenciadas por dicho delito podrán recuperar la libertad bajo fianza, pues la penalidad es de 3 a 18 meses de prisión. El tema no es menor, la historia consigna el caso del envenenamiento masivo con mezcal adulterado que mató a docenas de morelenses. Funesto, aquel episodio generó una crisis política y marcó el inicio del Morelos inseguro de hasta hoy día.

Fulminado un número elevado y hasta ahora impreciso de borrachos que ingirieron mezcal con metanol, diciembre de 1994 marcó el inicio del que sería el sexenio más turbulento de los últimos tiempos en términos políticos y sociales. Intoxicados por la ingestión de mezcal adulterado, el día 12 cayeron los primeros 19 muertos y luego de cinco días la cifra aumentó a 38. Pasada una semana, la estadística oficial de decesos aumentó a 43 y poco tardó en subir a sesenta, pero incluso habiendo superado seguramente el centenar jamás se sabrá el número verdadero de fallecimientos. Ninguna familia de las víctimas fue indemnizada. En medio del escándalo nacional y los reproches ante la ausencia de medidas de prevención por las que no se evitó la mortandad, después del niño ahogado el gobierno tapó el pozo. El martes 13 los Servicios Coordinados de Salud decretaron la “ley seca” en Mazatepec, Coatlán del Río, Miacatlán, Tetecala, Emiliano Zapata, Xochitepec y desde luego Temixco, por ser el origen de la intoxicación.

El viernes 16, el cerco sanitario fue extendido a Puebla, Hidalgo, Guerrero, Estado de México y el Distrito Federal, temiendo que les llegaran las botellas de mezcal con metanol. El domingo 18, la Policía Judicial agarró al primer detenido, Luis Federico Díaz Rubio, copropietario de la destilería de la cual salió la bebida mortal.

Andando los meses, fueron encarcelados otros dos miembros de la misma familia, y César Cruz Ortiz destituido del cargo de alcalde de Temixco e inhabilitado para volver a ocupar un puesto público durante ocho años. Cuatro años más tarde, en mayo de 1998 caería el último gobernador priista, Jorge Carrillo Olea, imputados altos mandos de la Policía Judicial de que en lugar de combatir el secuestro estaban vinculados con bandas de plagiadores. Como si una cosa llevara a la otra, fue en la década de los noventa cuando comenzó a escalar la inseguridad pública.

El crimen organizado sentó sus reales en Morelos, el líder del cártel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes, se avecindó en Cuernavaca e hizo de la ex hacienda La Luz de Tetecala su quinta de descanso; bandas rivales de narcotraficantes sembraron de decapitados el territorio estatal, y Arturo Beltrán Leyva, “El Jefe de Jefes” que a sangre y fuego se había apoderado de “la plaza”, sería abatido por la Marina Armada en diciembre de 2009.

Desde aquella época la inseguridad pública continúa… TRAS la entrega de ayer sobre una de las fugas memorables de la desaparecida penitenciaría que por siete décadas estuvo ubicada en la avenida Atlacomulco, lectores que se molestan en escribir al columnista preguntan si tengo más relatos del mismo tema. La respuesta es sí. Héctor Antonio Herrera Guzmán (a) “El Cubano” lideró una de las bandas más peligrosas en la época negra del secuestro que durante el cuatrienio 1994-1998 golpeó a Morelos. Protagonizó una de los escapes más osados, limpio, sin sangre, utilizando el escondite de un coche (“clavo”) que fue metido y sacado para su reparación en el pequeño taller que había dentro del penal.

El 15 de septiembre de 1999, en medio del acto oficial por la entrega de boletas de libertad a reos preliberados, al mismo tiempo que el gobernador sustituto, Jorge Morales Barud, presidía la ceremonia en la que era tradición excarcelar anticipadamente a los presos bien portados, “El Cubano” dejaba la prisión saliendo por el portón principal, oculto en un compartimiento para ello habilitado entre la cajuela y el asiento trasero de un “Taurus”… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com

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