En el juego de “vencidas” entre clientes y dueños de estacionamientos públicos, gana la mafia y pierden miles de automovilistas.

Hace años hubo un montón de amparos contra el Reglamento de Estacionamientos que establecía una hora de servicio gratis, pero los automovilistas perdieron por inanición y, olvidada la hora “de cortesía”, hasta hoy cada quien cobra lo que le da la gana. La solución parece simple pero utópica: bastaría con obligar a la mafia de estacionamienteros a que presten el servicio al que éticamente están obligados. Lo malo es que desconocen la ética. Es decir, tener instalaciones seguras, limpias, modernas, acordes con las tarifas que por años han cobrado de manera arbitraria y que no corresponden en términos de calidad y eficiencia. Deberían contar con sanitarios para hombres y mujeres, instalaciones y equipos de protección civil –extintores, puertas de emergencia, etc.–, rampas para personas discapacitadas, así como pólizas de seguros contra incendios, sismos, robos, accidentes automotrices, etc.

Alguna vez a los dueños de estacionamientos dedicados al aparcadero y resguardo de vehículos automotores se les fijó un plazo de noventa días contados a partir de que entró en vigor el reglamento de estacionamientos. Sin embargo, fue evidente que se resistirían y, miserables como se han portado con la ciudad, que acudieran al recurso del amparo fue una crónica anunciada. El hecho de que no pueden prestar un buen servicio es por lo reducido de los negocios de los estacionamientos, habilitados en patios y garajes de casas particulares. Sucede en calles del centro de Cuernavaca, donde son incontables los que no cuentan con waters, casetas de cobro y oficinas administrativas. Otros más, los aparcaderos de plazas comerciales de gran tamaño (Galerías, Averanda, Plaza Cuernavaca,

Forum, etc., etc.), donde caben de docenas de miles de vehículos y sus ingresos son multimillonarios, de modo que recuperan con creces el dinero de la primera hora “gratuita”.

¿Existen formas de presión? No es por darle una “mala” idea al Ayuntamiento, pero, ¿qué tal si en los estacionamientos de pronto falla el suministro de agua potable “por cuestiones técnicas”, o que la Coordinación Estatal de Protección Civil los cierre por unos días so pretexto de revisar equipos e instalaciones? Y así por el estilo, con el objetivo fundamental de procurar el bien de los más (los clientes de estos negocios) sobre los menos (los dueños de los mismos), y uno adicional que se daría de manera implícita: que gane el fin social de la autoridad y pierda la voracidad del cártel de estacionamienteros.

Cuesta más construir un edificio que bardar un predio baldío, hacer una casetita y, listo: ya se tiene un “estacionamiento” que genera utilidades mayores que la renta de departamentos para vivienda, despachos de abogados o mini clínicas dentales. Los automovilistas, que son los “inquilinos”, no se atrasan en el pago de las rentas; las cubren diariamente. Además, constituyen un mercado cautivo, ya que lugares para “aparcar” en la vía pública hay cada vez menos ante el aumento del parque vehicular y que las calles no son de chicle para agrandarlas...

El tema cobra actualidad en estos días ante la proximidad del arranque de los nuevos presidentes municipales y la gobernadora del Estado… (Me leen el lunes).

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

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