En un reducido espacio y sobre cajas de refresco, Alex toma sus clases a distancia con la ayuda de su papá, quien a pesar de la adversidad quiere que su hijo salga adelante.
Sobre la calle Netzahualcoyotl, en el Centro de Cuernavaca, Gerardo Ramírez tiene un pequeño puesto en el que vende periódicos y refrescos; la crisis por la pandemía lo ha afectado, sus ventas cayeron y, con ello, sus ingresos, lo que dificulta la situación para mantener a su hijo, Alex, quien tiene 9 años y cursa tercero de primaria.
Debido a que las escuelas están cerradas, Gerardo, quien es padre soltero, se ve en la necesidad de llevarse a su pequeño a trabajar, por lo que está con él todo día, sin importar las condiciones del clima, el pequeño acompaña y ayuda a papá. Llegan al Centro de Cuernavaca, entre 8 y 9 de la mañana y se van después de las 6 de la tarde.
Ahora, con la escuela a distancia, Alex toma las clases desde el celular de su papá, quien al no contar con recursos suficientes para contratar un plan de datos que le permita tener internet, pidió la ayuda en un hotel que se encuentra enfrente, para que le permitieran ‘colgarse’ de su red y tomar internet y así, su hijo pueda tomar sus clases y comunicarse con sus maestros.
Con paciencia, dedicación y amor, Gerardo ayuda a su hijo en sus clases. Sobre la calle, a un lado de su puesto, acondicionó un pequeño lugar, apiló cajas de refresco que sirven como mesa para que Alex ponga cuadernos y libros, uso otra caja como silla, la cual se vuelve incomoda después de varias horas ahí, pero la adversidad no los detiene.

Por Marcela García / marcela.garcia@diariodemorelos.com

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