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“Mujer en papel”

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Tenía razón la Dra. Teresa del Conde, cuando aconsejaba “saber leer” esos productos íntimos de la literatura llamados Memorias y Diarios, porque al develar pueden vulnerar eso en lo cual se basan: la confianza en la privacidad. El tema lo planteó abiertamente, cuando trabajó con Jorge Alberto Manrique la vida de la galerista Inés Amor, pero al haber estado fascinada con el psicoanálisis como teoría toda su vida, ponderó y supo contagiarnos el poder del autorrelato, esa fuente de conocimiento  que puede acercarnos al alma humana, vía la asociación de ideas y la identificación.

Para que se entienda más fácilmente lo que quiero decir, emplearé el símil de la desnudez, acaso el más literal que existe con la intimidad. Un tema que por otro lado, ha tenido que abrirse camino en la Historia del Arte, entre la torpeza de la censura, el pudor heredado de la cultura judeocristiana y la cultura patriarcal que nos hace mirar más fácilmente el cuerpo femenino despojado de ropa, que el masculino.

Todo esto, porque acabo de leer “Mujer en papel”, las memorias inconclusas de la actriz Rita Macedo, recopiladas y editadas -no sin un gran esfuerzo, según lo relata- por su hija Cecilia Fuentes. Publicado en su segunda edición por la Editorial Trilce, el libro me parece valioso por más de una razón.

Primero por la valentía de la desnudez con la que la actriz narra según va recordando, los hechos de su vida. Por la manera en la que revela sin tapujos, ni tintes trágicos o moralinos, cómo fueron su solitaria infancia y su vida amorosa (toda vida que contamos, por fuerza va desgranándose en amores y desamores).

Segundo, porque el mundo cultural al que la llevó su matrimonio con el escritor Carlos Fuentes, aparece re-presentado desde la correlación y la intimidad; porque baja del pedestal del aparador, a quienes conforman el “culto sagrado gremio” de la segunda mitad del siglo XX, haciéndonos entonces más digerible su existencia.

2.

Así las cosas, es de agradecer que la coautora haya podido sortear el impedimento de quienes manejan en sucesión la imagen del autor de “La Región más trasparente”,  “Aura” y “Los años con Laura Díaz” (obras escritas mientras Macedo y Fuentes vivieron juntos), pues al saber reportar en tercera persona las cartas que en sus manos aparecían en primera persona -dirigidas de su padre a su madre-, Fuentes hija logró una traducción que no se siente ni como un trabajo académico, ni como un tropiezo.

Por otro lado, toma uno el libro en las manos durante la lectura, sin sentir que nos enfrentamos a la inminente tragedia de la muerte. A pesar de que se nos avisa que Macedo se quitó la vida desde la cuarta de forros, nos queda claro que durante el relato, la narradora no intenta la justificación, o plantea el vil recurso del chantaje, sino abordar la condición humana en un grado más profundo. Un grado que incluye, por cierto, presentar con elegancia la paradoja que se da entre el talento del escritor y la miseria humana; entre la brillantez pública y la incapacidad del amor. Entre la inteligencia y la sombra.

3.

Como el libro incluye fotografías, se nos ofrece también la posibilidad de ir “leyendo imágenes” de época, de ir recordando el México en el que crecimos, nosotros los cincuentones. A mí me parecen significativas las imágenes en blanco y negro que dan cuenta de las películas mexicanas que hicieron famosa a Rita Macedo, porque  me hablan de lo que veían mis padres, de una historia colectiva que desembocó en el caótico México actual.

Pero lo son también y de un modo particularmente elocuente, las fotografías en las que aparece el alma desnuda de Macedo: la madre que sostiene con ternura a su pequeña hija (p.211), la que va un paso atrás del marido y la niña (p. 264), la que abraza, bajando la mirada, a su alter ego Julissa (p. 297).

En este sentido, me quedo con ganas de ver una fotografía de ella cosiendo a máquina los vestidos que disfrutaba copiar de las revistas de moda. Me parece que este talento podría ser motivo de un montaje de museo.

En fin, si en este tiempo de encierro le sobra a usted, querido lector, un poco de tiempo, le recomiendo hincarle el diente a este emotivo volumen. No todo es el COVID-19. FIN.

 

María Helena González

helenagonzalezcultura@gmail.com

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